La
propiocepción hace referencia a la capacidad del cuerpo de detectar el
movimiento y posición de las articulaciones, así como el estado de los músculos
(diferentes grados de tensión y relajación).
Existen
distintos receptores en músculos, articulaciones y ligamentos que reciben el
nombre genérico de propioceptores, puesto que son los encargados de recibir la
información propioceptiva, y comunicar el estado y posición en que se encuentra
una articulación.
El
sistema propioceptivo tiene una gran importancia en la vida cotidiana, si
cerramos los ojos y alguien nos coloca nuestra pierna o nuestro brazo en una
posición determinada (flexionado, extendido, girado…), sin abrir los ojos
sabemos perfectamente cómo está esa extremidad. Esto es debido a que todos los
componentes del sistema propioceptivo están enviando información sobre grado de
estiramiento de los músculos, sensaciones transmitidas por la piel, sensaciones
de la articulación… y esto permite que, en todo momento, nuestro organismo sepa
exactamente lo que estamos haciendo. Esto es importante para todos los gestos
cotidianos: medir la distancia para subir unos escalones, correr para coger el
autobús, recuperar el equilibrio tras sufrir un traspiés…
Si es
importante en estos pequeños gestos, todavía lo es más en una actividad más
intensa, como pueda ser la práctica deportiva. Un deportista tiene que tener un
entrenamiento propioceptivo muy intenso para que su cuerpo sea capaz de
reaccionar con precisión e inmediatez a las exigencias estresantes de la
competición: ajustar la fuerza para un revés de tenis, calcular la distancia de
salto y disparo en baloncesto o balonmano, medir las zancadas para un salto de
altura o longitud… Los deportistas realizan una intensa recuperación de la
propiocepción después de haber sufrido una lesión.
Al
igual que los deportistas todos deberíamos entrenar nuestra propiocepción tras
haber sufrido una lesión, y no solamente después de la recuperación, si no que
el entrenamiento de esta propiocepción debe llevarse a cabo durante toda la
recuperación.
Para trabajar el Sistema Propioceptivo, la
Fisioterapia cuenta con multitud de técnicas muy simples pero eficaces. Se
trata de ejercicios sencillos, que tratan de someter a la parte lesionada a
pequeñas dificultades progresivas: desequilibrios, ejercicios en superficies
inestables o con ojos cerrados… De esta manera reeducamos a nuestros receptores
para que vuelvan a transmitir la información de manera correcta.
El
ejercicio de propiocepción siempre debe de estar controlado por un
fisioterapeuta que indique los ejercicios y dificultades a realizar en función
del estado de la lesión, así el profesional también puede mandar ejercicios
para realizar en casa. En el entrenamiento
de la propiocepción es importante que haya variedad de ejercicios y que usemos
mucho la imaginación, (todo vale, solo tenemos que adaptarlo al paciente y a su
lesión). Si todos los días le dices al mismo paciente que le toca el mismo
ejercicio durante tantas repeticiones se lo tomará como algo aburrido y
rutinario, tenemos que lograr que pongan ganas y se interesen por ello sobre
todo hablando de personas de la tercera edad y de niños.
A
continuación nombramos algunos ejercicios propioceptivos a realizar:
- - Tumbado, con una pelota bajo el hueco poplíteo,
mantenemos una postura relajada y presionamos con fuerza hacia abajo provocando
la extensión de la rodilla con una contracción isométrica de la musculatura del
cuádriceps.
T -Tumbado boca abajo, en posición relajada,
colocamos una goma elástica a la altura del tobillo y, desde esta posición, realizamos flexión resistida de rodilla. La disposición del elástico resistirá
el movimiento de flexión y asistirá la vuelta a la posición inicial. Cuanto más
tensemos el elástico, mayor tensión tendremos que hacer en la flexión y más
cuidado tendremos en la vuelta a la posición inicial para evitar tirones
bruscos.
S -Sentado sobre un fit-ball hacemos un apoyo
unipodal. El fisioterapeuta se sitúa delante de nosotros y nos lanza un balón
variando la dirección (arriba, abajo y a los lados). Para aumentar aún más la
dificultad de este ejercicio aumentaremos la velocidad de los lanzamientos,
podemos lanzar una pelota (disminuir el tamaño del objeto) o hacer
lanzamientos más alejados de la línea media del cuerpo.
- - De pie, espalda apoyada contra un fit-ball a la
altura de las lumbares y contra la pared, el apoyo de los pies adelantado unos
cm respecto al eje longitudinal del cuerpo, llevaremos las rodillas a flexión
de 135º y ahí mantenemos la posición durante 1 minuto, volvemos lentamente a la
posición inicial, descansamos unos segundos y repetimos el proceso, pero esta
vez flexionamos las rodillas hasta 90º, de forma que vamos a ir alternando
varias angulaciones de trabajo. Para añadir dificultad a este ejercicio podemos
realizarlo sobre apoyo de una sola pierna, en cuyo caso no superaremos
angulaciones de 135º, al menos los primeros días.
Fuentes:
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